7/28/2007


La fiesta española

Fue una fiesta de locura. Sucedió en un hermoso pueblo colonial. Donde las calles empedradas, sus amplias casas, largos balcones y corredores, creaban un ambiente exquisito.

Era una noche de sábado. Comenzó como una actividad cultural. Como un intercambio entre la legendaria y rica tradición de la Madre Patria y el nuevo continente.

El entremés fue la presentación de un grupo que deleitó a los asistentes con un maravilloso baile flamenco y música de esas regiones de la mancha. Al final de la presentación, los asistentes fueron invitados por los bailarines para que siguieran sus pasos. Y entre movimientos torpes y nada profesionales del público, el buen ambiente y la alegría comenzaba a surgir.

La degustación de vinos, que luego se convirtió en un torrente enorme de ríos de agua viva, consistió en vinos importados de España y quesos de la región.

Sobre las mesas estaban puestas las copas llenas, a cual mejor ejercito organizado, esperando que los guerreros los ingirieran y con ello ganarles la batalla, desordenándoles el pensamiento y sus actuaciones.

Carmen había llegado con sus amigos Berta, Carlos y Catalina. Esta última fue elegida como la “conductora asignada”, ya que así como iban las cosas, se perfilaban a terminar un poco mal.

Entre los pasillos de la casa y en la sala, que presentaba cuadros y fotografías de ese maravilloso pueblo, los asistentes disfrutaban de pláticas ambientadas y superficiales que se prestan para la ocasión. Otros, entre copa y copa disfrutaban de platicas más amenas. Mientras que en otros, se comenzaba a reflejar en sus rostros esa cruel sensación de saber que algunos de los sentidos ya no funcionan a la perfección.

Todo era un camino sin retorno.

Al avanzar la noche, los asistentes más tradicionales se fueron despidiendo poco a poco. Carmen, como parte de los organizadores, los despedía y les daba las gracias por su asistencia. Hacía enormes esfuerzos para no perder el equilibrio y para hacer que la mirada no se le fuera hacia otra parte.

En ese momento, un grupo de amigos entraba a la casa como si la función no hubiera acabado. Llenos de energía y con ganas de pasar un buen momento le dieron otro ambiente al lugar. El vino y el queso se seguía sirviendo.

Berta disfrutaba con Carlos de alegres pláticas, mitad español, mitad ingles, reflejo fiel de lo que el vino comenzaba a hacer en su cabeza. “Me siento bien” decía entre risas y risas, y retaba al Subcomisionado de la Policía para que verificará que ella estaba bien, a pesar de que ya había ingerido casi dos botellas de vino. El Subcomisionado sólo reía, estaba casi a su mismo nivel.
Por su parte, Catalina, la más sobria de todos, se dedicaba a escuchar a los no escuchados y a dar los consejos que solo se pueden dar cuando se está en otra dimensión.

De la música flamenca se pasó a la música más de la época. El gran repertorio consistía únicamente en tres canciones, que se disfrutaban cual si fuera la mejor discoteca móvil de la región.

En un circulo de alegría, desinhibiciones y destrezas los presentes bailaban, reían, tomaban y gritaban. Nadie podía estar sentado, pero tampoco nadie estaba de pie sostenido en sus cabales. Únicamente Catalina, la conductora asignada.

Se bailaba y se disfrutaba con aquellos que nunca jamás se habían visto, pero que por los efectos claros del vino parecían los mejores y más alegres amigos del mundo.

Conforme avanzaba la noche, las luces fueron disminuyendo y las música bajando de volumen, ya que entre tanto alboroto se sabía que se tenía que respetar el sueño de los vecinos.

Del circulo de baile su paso a un circulo de amena plática y el vino y el queso se seguía sirviendo. Ya se hablaba con cualquiera y se sostenía de cualquiera.

“Bueno ya nos vamos”, dijo muy alegremente Berta, en un momento en que las pláticas parecían salirse de tono y la confianza no parecía tener límites. Y como el mejor guerrero destrozado pero con la frente en alto, caminó hasta la puerta, la abrió y dio paso para que ella y sus amigos salieran del lugar.

En esas calles empedradas, Catalina hacía enormes esfuerzos para que el carro no se moviera mucho. Carmen comenzaba a decir que el estomago le exigía devolver lo que había ingerido. El hotel donde se quedarían estaba a diez minutos, sin embargo se hicieron horas. Al llegar al hotel, y como suele suceder en esos lugares tranquilos y puritanos, la puerta estaba cerrada.

Carmen no aguantaba más. Salió del carro y se fue a sentar a la acera. Sostuvo su cabeza con las manos y todo el vino importado y los quesos de la región fueron devueltos a la tierra. Su amiga Berta, que estaba con ella en la buenas y en las malas, llegó muy alegremente y se sentó a su lado, preguntándole si se encontraba bien.

Carmen sentía morirse y solo se repetía que no debía dejar de respirar. Berta reía, gritaba y la pasaba bien. Carlos estaba un poco angustiado al ver toda la situación y acompañó a Catalina a reforzar los llamados a la portería.

Mucho tiempo después se abrió la puerta. Catalina fue rápidamente a abrir la puerta de la habitación. Carlos se quedó hablando con el portero. Berta y Carmen quedaron a la intemperie, cual barco a la deriva sin timón ni capitán. Se ayudaron entre ambas para avanzar entre la oscuridad y lograr llegar a la habitación. Reían con cada paso que daban, similar a las olas del mar que vienen y que van.

Ya en la habitación, Catalina le dio a Carmen una pastilla para el mareo. Berta seguía alegre. Carlos encendió la radio. La canción que sonaba le recordó a Carmen un viejo amor y comenzó a llorar. Acomodó su cabeza en la almohada, “...como de tu mirada nació mi ilusión...” cantó. Una lagrima más, un suspiro más por ese amor que no puedo ser, y se quedó dormida.

A la mañana siguiente, cuando los rayos del sol fueron más fuertes, la realidad se hacía más clara y más dura. Las cosas hechas en la noche anterior quedaban flotando en el pensamiento, en los residuos, entre los malestares. Berta fue quien estaba peor. Catalina le ayudaba con todos los remedios caseros para sanar los efectos trágicos de la alegría.

Se preguntaban cómo habían llegado a esa situación. Sus cuerpos se negaban a funcionar bien. Exigían una respuesta. Estaban resentidos. Tenían esos efectos que son difíciles de explicar.

Esos efectos que son la cruel venganza del organismo. Esos efectos que nos hacen arrepentirnos y prometer, de manera momentánea, no volverlo a hacer.
En carne viva

Estoy en carne viva
Disfrutándote
Gozándote
Cada parte de mí vibra y se estremece
Crece mi pasión
Mi deseo
Mi corazón se acelera
Lo siento latir hasta explotar
Mis pechos endurecen
Mi vientre te desea
Mi boca recorre tu cuerpo
Mis manos te buscan
Mis piernas se abren para dejarte entrar
Mi imaginación crece
Nos fundimos en deseos
Nos fundimos en pasiones
Nos fundimos hasta quedar exhaustos de tanto placer





7/19/2007


Aferrada a ti

Terminé aferrada a ti
Sintiendo tu piel
Sintiendo como tus manos se sujetan a mis pechos
Sintiendo como tu lengua recorre mi espalda

Terminé aferrada a ti
Sintiéndote dentro de mí
Sintiendo como te estremeces
Como me tomas y me halas por la cintura

Terminé aferrada a ti
Con gritos y gemidos
Desbordando litros de humedad
Entregándome completamente a ti

Terminé aferrada a ti
Suspirando de placer
Completamente satisfecha
Deseándote una vez más

7/18/2007


Solo le pido a Dios


Solo le pido a Dios
que el dolor no me sea indiferente
Que la reseca muerte no me encuentre
Vacio y solo sin haber hecho lo suficiente.


Solo le pido a Dios
Que lo injusto no me sea indiferente
Que no me abofeteen la otra mejilla
Despues de que una garra me araño esta suerte.


Solo le pido a Dios
Que la guerra no me sea indiferente
Es un monstruo grande y pisa fuerte
Toda la pobre inocencia de la gente.


Solo le pido a Dios
Que lo injusto no me sea indiferente.
Si un traidor puede mas que unos cuantos
Esos cuantos no lo olviden facilmente.


Solo le pido a Dios
Que el futuro no me sea indiferente
Desauciado esta el que tiene que marcharse
A vivir una cultura diferente.


Solo le pido a Dios
Que la guerra no me sea indiferente
Es un monstruo grande y pisa fuerte
Toda la pobre inocencia de la gente.

León Gieco - cantautor argentino

7/05/2007


Mi pasión

Tu boca en mi boca
En mi cuello
En mi espalda
En mis pechos
En mi vientre

Tus manos sobre mi cuerpo
Me acarician
Me tocan
Me erizan la piel
Me hacen desear

Cuando te pierdes en mi cuerpo
Cuando me tocas
Cuando abres mis piernas
Cuando estas dentro de mi
Cuando suspiras y gimes

Tu pasión
Tu ternura
Mi confianza
Mi tranquilidad
Nuestra ilusión
Nuestra esperanza
Nuestros sueños…

7/03/2007


La creación y la destrucción

En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba desordenada y vacía, las tinieblas estaban sobre la faz del abismo y el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
Dijo Dios: “Sea la luz” y fue la luz. Vio Dios que la luz era buena, y separo la luz de las tinieblas. Llamó a la luz Día y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana del primer día.
Luego dijo Dios: “Haya un firmamento en medio de las aguas, para que separe las aguas de las aguas”. E hizo Dios un firmamento que separó las aguas que estaban debajo del firmamento, de las aguas que estaban sobre el firmamento. Y fue así. Al firmamento llamó Dios Cielos. Y fue la tarde y la mañana del segundo día.
Dijo también Dios: “Reúnanse las aguas que están debajo de los cielos en un solo lugar, para que se descubra lo seco”. Y fue así. A la parte seca llamó Dios Tierra, y al conjunto de las aguas lo llamó Mares. Y vio Dios que era bueno.
Después dijo Dios: “Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol que dé fruto según su especie, cuya semilla esté en él, sobre la tierra”. Y fue así. Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su especie. Y vio Dios que era bueno. Y fue la tarde y la mañana del tercer día.
Dijo luego Dios: “Haya lumbreras en el firmamento de los cielos para separar el día de la noche, que sirvan de señales para las estaciones, los días y los años, y sean por lumbreras en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra”. Y fue así. E hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para que señoreara en el día, y la lumbrera menor para que señorear en la noche; e hizo también las estrellas. Las puso Dios en el firmamento de los cielos para alumbrar sobre la tierra, señorear en el día y en la noche y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Y fue la tarde y la mañana del cuarto día.
Dijo Dios: “Produzca las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en el firmamento de los cielos”. Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su especie, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno. Y los bendijo Dios, diciendo “Fructificad y multiplicaos, llenad las aguas en los mares y multiplíquense las aves en la tierra”. Y fue la tarde y la mañana del quinto día.
Luego dijo Dios: “Produzca la tierra seres vivientes según su especie: bestias, serpientes y animales de la tierra según su especie”. Y fue así. E hizo Dios los animales la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno.
Entonces dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y tenga potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y las bestias, sobre toda la tierra y sobre todo animal que se arrastra sobre las tierra”. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Los bendijo Dios y les dijo: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sometedla; ejerced potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y todas las bestias que se mueven sobre la tierra”.
Y fue así. Y vio Dios todo cuanto había hecho, y era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana del sexto día.

La destrucción

Y Dios creo al hombre a su imagen y semejanza. Y el hombre dijo: “Destruyamos este mundo. Acabemos con los animales. Talemos árboles y bosques. Contaminemos el aire. Contaminemos ríos, lagos y mares. Generemos basura, químicos, materiales tóxicos, que nos ayuden a acabar la creación de Dios. Y vio el hombre que era bueno, y lo siguió haciendo.
Y dijo el hombre: “No hagamos nada para cuidar la creación de Dios. Nosotros somos los reyes de la tierra y tenemos potestad sobre ella. Nuestra destrucción provocará el calentamiento global, que causará lluvias torrenciales, tornados, altas temperaturas que sofocarán y matarán, y bajas temperaturas que congelarán y también matarán”. Y vio el hombre que todo esto era bueno, y lo siguió haciendo.

Todo lo que Dios hizo es bueno. Lo dejó a nuestro cuidado. Y nosotros no lo supimos cuidar.

El Amargo del Pomelo de Nacho Cano

Oleo de mujer con sombrero...Silvio en El Salvador