10/04/2009


Mauricio


Mauricio es el profesor de baile en el gimnasio. Es alto, delgado y es más mujer que todas las mujeres que vamos al gimnasio. Y eso es lo que admiro de él, la manera en que disfruta sentirse mujer.

Durante la clase de baile, Mauricio mueve las caderas como nadie más. A veces nos quedamos viendo entre todas y nos ponemos a reír porque no podemos seguirle los pasos, y él solo sonríe y nos dice “que les pasa? Muevan la cintura: uno, dos, uno, dos, uno, dos…” Pero nuestras cinturas y movimientos son duros, sin gracia, como que toda esa represión de expresarnos como mujeres nos pasara la cuenta y nos convirtiera en tablas.

Yo me repito a mí misma “voy a bailar como si nadie me estuviera viendo”, pero por más que trato no puedo seguirle los pasos. Mauricio se mueve con más sensualidad y gracia que la Shakira bailando dentro de una jaula.

Pero sigo intentado seguirle los pasos…uno, dos: a mover la cadera al ritmo de salsa, merengue, cha cha cha, quebradita, regueton, y todos los estilos musicales que nos pone a bailar. “Tengo que liberarme” me repito…Pero me desilusiono cuando nos dicen “pongan los pies como si utilizaran tacones número diez” ¡y él baila realmente como si los tuviera puestos! y yo me digo “si apenas puedo ocupar los tacones número dos…”

Con tantas enfermedades que sufrimos las mujeres relacionadas a nuestra feminidad, Mauricio es un buen doctor para tratarlas, porque nos hace sentirnos realmente mujeres y disfrutar de nuestros cuerpos, nuestros movimientos, nuestras caderas. Nos hace disfrutar de nuestra sensualidad, sexualidad y el poder ser mujeres completas.

También, pienso que Mauricio la he de pasar mal con algunas personas que no lo pueden aceptar a él como realmente es y su manera de expresarse. Pero creo que él no les presta mucha atención, porque realmente se ve que lo disfruta. Y lo admiro más porque tuvo el valor de salir del closet sin importar el qué dirán o cómo lo fueran tratar. Total, el problema no es de él, sino de los que no pueden aceptar que cada uno tiene el derecho de expresarse cómo mejor lo desee.

La clase de baile dura una hora sin parar, sin pausa, movimiento tras movimiento, tratándole de seguir los pasos a Mauricio, que disfruta con cada paso que da, bailando con los brazos levantados y dejándolos pasar sensualmente por su cabeza, su cuello, el pecho, hasta llegar a la cintura, donde las mueve con ritmo y gracia y donde disfruta sentirse mujer, como nadie más en ese lugar lo hace…total, en ese gimnasio, Mauricio es la Reina del lugar.

El Amargo del Pomelo de Nacho Cano

Oleo de mujer con sombrero...Silvio en El Salvador