4/17/2006

La otra parte

Creo que puedes existir...
Sé que estás pensando en mí.
Te preguntas también que cómo soy y dónde estoy.
Yo pienso en ti.
Te imagino leyendo un libro, disfrutando de tu tiempo a solas.
Te imagino contemplando un precioso cielo azul o escuchando el sonido de las olas.
Te imagino alegre, lleno de muchas ganas de vivir y disfrutando de las cosas sencillas pero bellas que nos da la vida.
Te imagino riéndote al ver un par de niños jugar.
Te imagino pensativo al saber que las cosas no andan muy bien en este mundo.
Pero a la vez, te imagino dándole una segunda oportunidad a la vida, porque sabes que dentro de cada mala acción, hay mil acciones buenas.
Hoy he pensado en ti.
Hoy te he extrañado.
Quería tenerte a mi lado y apoyar mi cabeza en tu hombro.
Quería escuchar tu voz.
Quería sentir tus manos y tus brazos, abrazándome.
Te imagino en ese café que tanto te gusta.
Te imagino platicando juntos sobre cualquier tema, riéndonos juntos, durmiendo juntos.
Te imagino en algún lugar, pensando en tus recuerdos. Pensando en aquellas personas que has conocido y que creíste que esa persona era para ti.
Yo he pensado en cuántas veces he dicho " hoy sí, al fin llegó"...pero no eras tú.
Todavía no estás aquí.
Todavía tengo que esperar un poco más por ti.
Te imagino haciendo tus cosas.
Te imagino pensando en mi.
La familia

Fue una época maravillosa. La familia estaba unida y compartíamos momentos agradables. Momentos que se guardan en la mente y en el corazón.

Nací en 1973. Cuatro años antes, mis papás se habían conocido cuando trabajan en la Coca-Cola. En toda su vida, mi mamá únicamente trabajó tres meses. Y en esos tres meses fue que conoció a mi papá.
Mi mamá se crió en una finca de café en Chalchuapa. La señora que la cuidó, la trataba como si fuera su propia hija. En la finca tuvo personas que la cuidaban, cocinaban, lavaban su ropa y le daban educación.
Durante la época de "la corta" del café dice mi mamá que la finca era muy alegre. Los cortadores llegaban por la tarde a pesar el café y luego de eso les servían "una platada" de frijoles y "un rimero" de tortillas y por supuesto una taza de café.
En otras ocasiones, la señora que la crió, mandaba a llamar a los circos que llegaban para que en ese lugar hicieran las funciones. De esa manera ni mi mamá ni sus hermanos tenían que salir del lugar.
El bachillerato lo realizó en un colegio internado de monjas. Donde según las mismas palabras de mi mamá, la Directora la trataba bien. Quizás por las "camionadas" que recibía de naranjas y leña.
Al morir la señora, repartió la finca entre todos "sus hijos", y el pedacito que le tocó a mi mamá, le sirvió para comprarse la casa, casarse, tenernos a nosotros, pagarnos el estudio, la universidad, la ortodoncia de mis dientes, etc. Todo justo antes que los precios del café llegaran al suelo.
A la señora que trajo al mundo a mi mamá solo la he visto como tres veces. Por cuestiones de "amor y perdón" mi mamá la quiso conocer. Eso fue hace como cuatro años.
Mi papá nació al norte del país. En un bonito pueblo llamado Jutiapa. Dice que la primera vez que tuvo zapatos fue cuando tenía 15 años. Y se los dieron por una beca que se ganó para estudiar en la capital.
La familia de mi papá si que es grande. Aparte de él, mis abuelos engendraron ocho hijos más. Incluyendo el hermano gemelo de mi papá, del cual no tengo ningún recuerdo, ya que murió cuando yo tenía dos años.
Al nacer en un familia grande y dadas las circunstancias en que vivían, mi papá dice que comían todos con un huevo tibio y un "rimero" de tortillas y sal. A veces dicen que se aburrían de comer eso y que mi abuelo les decía " ya vendrá el buen con que..."

Si tenían una buena comida era con mantequita de cuche, la cual disfrutaban como un gran manjar.
En su humildad vivían felices. Mi abuelo tenía 8 manzanas de terreno y en medio había levantado la casita. Estudiaban en la escuela del pueblo. Y como sucede en esos casos, la hermana mayor de mi papá tuvo que comenzar a trabajar para ayudarle a los abuelos.
Mi abuelo, mi papá y mis tíos trabajaban la tierra y las mujeres cocinaban, lavaban y planchaban.
El agua que utilizaban era de un "nacimiento" que estaba en la montaña. Era un agua riquísima, pura y cristalina. El agua era abundante y la "pila" siempre estaba llena.
Recuerdo que mi infancia fue muy bonita. Tenía tíos y primos que me cuidaban y abuelitos cariñosos que me contemplaban.
A la finca donde se crió mi mamá fui pocas veces. Recuerdo los platos de porcelana, el estanque de agua y el olor a café.
La casa donde nació mi papá la recuerdo como el mejor lugar del mundo. Una casa llena de gente, abundante comida, tortillas, huevos, frijoles, carne, verduras, frutas y helada agua para bañarse.
Una vez le pregunté a una tía que porque nunca hicieron un baño, ya que para bañarnos lo hacíamos en la pila, a puro "guacalazos" y en camisón.
El servicio era una letrina y un matorral para necesidades pequeñas.
No importaba.
La casa era preciosa. La cocina de leña. La mesa de comedor en el corredor con una vista preciosa a las montañas.
Los cuartos, tres únicamente eran enormes. Uno donde habían 6 camas y donde nos acomodábamos para dormir, todos perfectamente. El otro cuarto era el de mi abuelita y de una tía y el otro el de mi abuelo.
Jamás les pregunté a mis abuelos porque no dormían juntos.
Al acostarnos era toda una aventura. Casi 10 minutos de "buenas noches abuelita", "buenas noches abuelito", "buenas noches tía..." buenas noches tío..." y así hasta pasar por toda la familia. Y mi abuelita nos decía: "quédense con una lámpara cerca por si se levantan a media noche" . y mi abuelo decía: "cierren las ventanas, no vaya a ser que se meta una culebra".

Justo antes del amanecer mi abuelita se levantaba a bañarse, a encender la leña, preparar el café, calentar tortillas.
Al acercarse a la mesa del comedor para el desayuno, otra aventura. "Buenos días abuelito", "buenos días abuelita", " buenos días tía...", "buenos días tío..." Y mi abuelita "buenos días hijita, que va a querer de desayunar?
No sé porque preguntaba eso. El buffet del desayuno era de frijoles, huevitos, quesito y lechita. Era todo un banquete, preparado por las dulces manos de mi abuelita.
Luego del desayuno a arreglar las camas y luego a bañarse. A veces se iba al pueblo a comprar queso o diferentes cosas para la casa.
Llegaba la hora del almuerzo. Sopa, pollito, arroz, tortillas, frijolitos. En la tarde, los grandes a dormir, remendar calcetines, planchar, poner a cocer el maíz, etc. Y los pequeños jugábamos "el pavo pavito pavo", "escondelero", "las estatuas de marfil", "chibola" o en el mejor de los casos, nos íbamos "al salto" a disfrutar de un agua riquísima de la quebrada, que para nosotros era el paraíso.
Luego llegaba la cena. Otra vez huevitos, frijolitos, cuajada, tortillas, leche y un riquísimo pan dulce.
Después las historias de miedo o leyendas, que nos hacían imaginar a esa señora de cabello largo, enormes "chiches" vigilándonos. O a su pequeño hijo panzón, con los pies al revés y enorme sombrero haciendo travesuras.
Y luego otra vez a lo mismo. "buenas noches abuelito", "buenas noches abuelita"....
En una ocasión mis papás nos dijeron que ya no íbamos a ir porque estaba peligroso. Mis tíos y mi abuelita se tuvieron que ir a Ilobasco y mi abuelito como todo buen hombre de campo dijo que a él no lo sacaban de su casa, que si lo mataban que fuera en su casa. No lo mataron por supuesto. Pero tuvo que atender a los que llegaban a pedirle comida. Entre hombres de traje verde y aquellos que luchaban por un ideal.
Cuando llegábamos a visitar a mi abuelita, escuchábamos historias un poco diferentes. Que habían matado a "fulano" y que a don "sutano" lo llegaron a matar a su casa, y que al hijo de doña "fulana" se lo habían llevado...
Una vez armados de valor y de estupidez, fuimos a visitar al abuelo. La casa estaba un poco diferente y la tierra estaba descuidada. El abuelo contaba que un helicóptero había tirado una bomba pensando que ahí estaban "los malos". Nos contó varias historias tristes y que el transformador de energía eléctrica se lo habían llevado.
Mi abuelo pasaba con candiles y decía que por las noches la casa era muy triste, pero que igual nadie lo iba a sacar de ahí.

Un buen día, después de doce años de darse duro, los señores decidieron firmar un documento que aseguraban la paz del país. Ese día vimos a través de la televisión como en el Castillo de Chapultepeque rojos y derechas se daban la mano. Y con eso mi abuelita regresó otra vez a Jutiapa.
Mi abuelito estaba contento, ya que tenía quien le lavara la ropa, lo cuidara y cocinara.
Una vez mas se comenzó a trabajar la tierra, criar gallinas, sembrar tomates, chiles verdes y todo lo que la tierra pudiera aguantar.
Algunos tíos y primos se fueron para el país de las maravillas y otros se han ido a hacerle compañía a Diosito.Mis papás siguen juntos después de 35 años de casados. Mis abuelitos están mas viejitos y un poco enfermos. Mi abuelo ya hizo la repartición del terreno. A mi papá le tocó un pedacito cerca de un río. Es bonito.
En ocasiones, me gusta recordar esa época maravillosa. Quizás por lo que aquella frase gastada y trillada dice ...." recordar es volver a vivir".

El Amargo del Pomelo de Nacho Cano

Oleo de mujer con sombrero...Silvio en El Salvador