3/13/2012

The girl with the Ave Fenix tattoo

Me hice un tatuaje de un Ave fénix sobre mi hombro derecho. Fue algo que lo pensé por más de un año. Y ahora que lo tengo y me lo veo, me encanta!!!

No recuerdo como nació la idea. Quizás viendo esos programas gringos de tatuajes. Cuando llegan personas queriendo plasmar en sus cuerpos alguna experiencia que ha marcado sus vidas: la pérdida de un hijo, de un padre, la recuperación de alguna enfermedad, un nuevo comienzo.

Dicen que el Ave fénix es un ave mitológica que muere para renacer de las cenizas. Es un renacimiento físico y espiritual. En el 2008, tuve una noticia impactante: mi mamá tenía un tumor en el cerebro, lo que luego se convirtió en una metástasis. Y ese fue el inicio de la etapa más triste y dolorosa de mi vida, y también de dejar de ver la vida como la miraba hasta esa época.

Algunas personas me preguntaban que como hacía para seguir adelante. No lo sé. Solo sé que Dios da la fuerza para continuar. Y así fue. Pasado el duelo, y juntando los pedacitos de vida para avanzar en el día con día, se afronta la realidad y las fechas especiales: cumpleaños, navidad, el día de la madre (creo que desde entonces no he vuelto a decir “feliz día de las madres” a nadie, y me trato de poner en automático en especial en esa fecha) y creo que todo eso fue madurando la idea de hacerme el tatuaje del Ave fénix.

Un día antes del tercer aniversario del fallecimiento de mi mama, me hicieron el tatuaje. Una serie de sentimientos me invadió: alegría, tristeza, valor, culpabilidad, responsabilidad. Al finalizar el tatuaje y vérmelo tan lindo solo quedó el sentimiento de alegría, valor y satisfacción, opacado un poco por el dolor y el ardor tan terrible e insoportable sobre mi piel que me abarcaba todo el brazo derecho, hasta sentir que se me bajaba la presión, todo esto combinado hasta que una pastilla milagrosa me volvió a la normalidad…casi.

Sé que hay varios prejuicios sobre los tatuajes y se relacionan a los drogos, vagos, locos, mareros y ahora a una mujer como yo, pero no me importa. La experiencia es única y personal, así como los sentimientos.

La vida quizás sea como un gran tablero de ajedrez, en el cual se van moviendo las piezas, a veces con cuidado, a veces sin pensarlo mucho, a veces perdemos y a veces ganamos. A veces la vida nos trata maravillosamente bien y a veces, nos manda pruebas tan duras y aplastantes que nos marcan para toda la vida. Y yo he plasmado la mía con un lindo Ave fénix que resurge de las cenizas, como Yo.

3/06/2012


Mujeres

“La parte femenina de Dios está en la naturaleza, en el arte, en la gran bóveda celeste…”
esta es una de mis frases favoritas del libro El código DaVinci.

Y es que, quizás somos un Cielo, nuestro propio cielo. Con dias azules profundos y maravillosos en los que nos sentimos que brillamos con luz propia; y hay otros días grises y
negros como los peores dias de lluvia.

Somos como la hermosa luna, incluyendo nuestros ciclos menstruales. A veces estamos en todo
nuestro resplandor; a veces nos escondemos; y a veces estamos así chiquititas, pero siempre brillando y viéndonos lindas.

Somos como las estrellas, como las diferentes constelaciones del universo y su mitología. A veces, quizás somos como un lucero, como algo bello y brillante al amanecer, y en otras ocasiones
somos como una estrella fugaz… porque no nos queda de otra.

Somos como Venus, como la diosa de los amantes, nos liberamos y disfrutamos de la belleza,
el amor y la sensualidad.

Somos como el Ave Fenix, esa ave mitológica que resurge de las cenizas, que logra salir de
las pruebas que Dios nos manda y que nos marcan para siempre, pero que a la vez, nos hacen ser más fuertes y, en mi caso, lo reflejo con un lindo tatuaje sobre mi hombro derecho.

A veces somos femeninas y seguras como La maja desnuda, aunque existan dias en que nos
sintamos que estamos en la época del oscurantismo.

Y somos mujeres, y en nuestra piel y en nuestra alma se combinan todos los sentimientos a la
vez: deseos, tristeza, anhelos, dolor, sueños y esperanzas…todos a la vez.

Y somos como un gran rompecabezas, donde nosotras mismas vamos arreglando las piezas y
tratándolas de poner en su lugar, ordenando nuestros pensamientos, nuestras ideas, nuestros sentimientos.

Y somos mujeres, nuestra naturaleza combinada e influenciada por la luna, por el agua, por el
sol, por una flor, por la poesía, al sentir una caricia a través de la brisa y los rayos del sol rozando nuestros cuerpos.

Y somos mujeres en plenitud, siempre en nuestra mejor época y en nuestro mejor momento, sin entregar cuentas a nadie y viviendo nuestra vida y a nuestro estilo, responsables
nosotras mismas por lo que hacemos o dejamos de hacer.

Somos mujeres, con este sentir de la naturaleza pura que brota por nuestros poros. Y que disfrutamos de este maravilloso viaje de ser una Mujer.

El Amargo del Pomelo de Nacho Cano

Oleo de mujer con sombrero...Silvio en El Salvador