8/03/2008



Equivocadamente se toma también, muchas veces, el nombre de amigo, o en este nombre esta ya contenido el error y por eso, y no de otra manera se creó la palabra, sino así.

No es a los amigos a quienes juzgo, mas a la función que tácticamente nos atribuimos y consentimos en ellos de vigilarnos, de emplear una solicitud que al otro quizá no convenga, pero cuya falta nos censurará si no la exhibimos, de usar de la presencia y de la ausencia, y de que nos quejemos de una u otra, o no, según la convivencia mas exigente de la parte de nuestra vida en la que el amigo no tiene lugar.

A causa de esta mala conciencia (remordimiento, desasosiego moral o acusación benigna de dicha conciencia) una reunión de amigos se parece a lo que sería un encuentro de almas gemelas: han abandonado todo lo que no se puede compartir entre los presentes, todos se empobrecen o disminuyen de lo que son (en lo bueno y en lo malo) para ser lo que de ellos se espera.

Por esa razón quien mucho quiere conservar las amistades, vive sobresaltado con el temor de perderlas y en todo momento se ajusta a ellas como la pupila obedece a la luz que recibe. Pero el esfuerzo que hacen los grupos de amigos para ese ajuste, no puede durar más la capacidad de cada uno mantener su propia personalidad en el diapasón común adoptado.

Sé que andan por ahí agitándose, encontrados y desencontrados unos con otros y yo con ellos, sin mucha razón para que seamos amigos, sin mucha razón para que dejemos de serlo.

Vivos, cada uno allá con su vida, y, cuando en eso se piensa, nos damos cuenta de que en definitiva sabemos tan poco, en parte porque ellos se cierran, en parte porque nosotros estamos cerrados, en parte por miedo, en parte por orgullo…


Tomado del libro “Manual de pintura y caligrafía” de José Saramago
Por mucho, mi escritor favorito…

El Amargo del Pomelo de Nacho Cano

Oleo de mujer con sombrero...Silvio en El Salvador