3/25/2007






Mi vecindad


He vivido en la misma casa toda mi vida. Casi están los mismos vecinos. Algunos se fueron del país y otros buscaron otro lugar donde vivir. No es la misma colonia de hace años. Poco a poco se ha ido convirtiendo en lugar de ventas de repuestos, electrodomésticos, talleres y conexos.


Hace muchos años formamos un club. Le llamábamos el “Club de la mara tuany”. No me acuerdo para qué nos reuníamos, pero sí me recuerdo que lo pasábamos bien. En la época de vacaciones salíamos por las noches a jugar en la calle escondelero, mica, anuncio o algún juego de mesa. Para navidad reventábamos cohetes y después de las doce hacíamos una fogata.


En esa colonia tuve mi primer novio a los 13 años. Fue mi primer beso y mi primer amor. También en esa colonia, a los 22 años, creí que me había enamorado de un vecino. Fuimos novios, pero también por primera vez me di cuenta de lo mentirosos, descarados y sinvergüenzas que pueden ser los hombres. A este tipo cuando lo veo me dan ganas de agarrarlo a patadas, lo bueno que ya no vive en la colonia.


Por una razón que no comprendo la mayoría de los vecinos tienen por mascotas dos perros, lo que ha hecho que mi papá se refiera a la colonia como “El barrio cuarenta chuchos”. Cuando ladra uno, sigue el otro y el otro y el otro y el otro y el otro y tenemos un gran concierto de perros. Son de diferentes razas, desde los más chiquitos y bonitos de mi amiga Miry, pero no por eso dejan de ser latosos, hasta los de mis vecinos de la par que nunca los he visto.


Pero en general nos llevamos bien todos los vecinos. En algunas ocasiones hemos tenido que auxiliarnos por alguna emergencia o salir a ver algún accidente, robo o pelea conyugal. Los eventos más extraños se dan en la madrugada, así que de vez en cuando nos vemos con ropa de dormir. La última ocasión fue cuando a unos vecinos se les fue el muro de la parte de atrás por la tormenta Stan. Esa madrugada llegaron hasta los de 4 visión.


Uno de los hijos de los vecinos, a los cuales mi papá se refería a ellos como los marihuaneros por peludos y porque le han hecho un tatuaje hasta a la mamá, me ayudó cuando mi papá me chocó el carro. Solo me dijo que comprara la pintura y que le diera a él diez dólares como mano de obra. Así que le hice ver a mi papá que a la gente no se le puede juzgar por sus apariencias, porque un amigo de mis papás que va la iglesia me estaba cobrando como doscientos dólares y con este vecino, con el cual nunca había hablado, me salió menos de la mitad de eso.


También tenemos al ladrón de la colonia. Ha estado preso en varias ocasiones, pero las mismas ha salido libre por faltas de pruebas. En mi casa se ha metido varias veces. Lo que más me ha dolido que me robara fue un regalo que me hizo un amigo. Todavía recuerdo cuando me lo dio y con una gran sonrisa me dijo I have a present for you.... Yo pensé que eran chocolates, pero me regaló un play station. No era que pasara jugando todo el tiempo, creo que solo jugué un par de ocasiones, pero me gustó mucho la carita de contento que puso cuando me lo dio.


La mayoría de los que crecimos juntos ya están casados y tienen hijos. Nos seguimos saludando con un hola, que tal? Buenos días o solo el Buenas....aunque en una ocasión que nos saludamos así con el papá de Miry, iba pasando un bolito y dijo Buenas qué?... buenos días, buenas tardes o buenas noches?


Hay miles de colonias mejores que la mía, y aunque a veces dan ganas de salir corriendo de ahí, miro mi casa y recuerdo los buenos y no tan buenos momentos que hemos vivido con mi familia y amigos. Recuerdos de comidas, reuniones, celebraciones, noches de vela, sustos, alegrías y todas las demás cosas que han hecho que en esa casa encuentre un pedacito de paz y tranquilidad.

3/20/2007

Giselle

Hace unas semanas conocí a Giselle. Es muy agradable, simpática y extrovertida. Ella no conoce de códigos, ni mucho menos de diferencias sociales, esas que uno se va creando estúpidamente con los años. Para ella todos somos iguales y así es como trata a todas las personas.

Giselle es una niña de 12 años que vende pan dulce. Todas las tardes a las 2:00 p.m. entra a mi oficina sin avisar, se sienta frente a mi escritorio y con una sonrisa me dice “¿va a querer pan dulce?”. Y siempre le digo, en forma de broma, “hoy no...” . Me gustan los diálogos que se inventa: “Cómprele a su hijas?....(....) a su esposo? ....(...) a su novio pues....(...) tampoco tiene novio?”

Me resulta imposible decirle que se esté quieta, que no me desordene más el desorden que tengo sobre mi escritorio. Ella lee mi correspondencia, revisa mi agenda, se acerca a ver el monitor de la computadora, mira la hora, se vuelve a sentar y me cuenta con mucha emoción su gran sueño: ir al parque acuático Galicia. Ella misma se responde y me dice “muy caro...y nosotros que somos cuatro, más mis papás...”

Estudia en una escuela cerca de su casa. Me cuenta las tareas más difíciles que hizo este año. Y como ella es la más “grande”, le toca salir a vender el pan. La venta la termina a las siete de la noche, aprovecha a los de la iglesia de Toby para vender la mayor cantidad de pan. A veces la veo como a esa hora, al otro extremo de la acera, levanta la mano y me saluda, yo le pregunto si ya terminó la venta y con una gran sonrisa me dice “Sí”... “que te vaya bien”...y la veo alejarse con pasos presurosos y muy animada de regreso a su casa en la Zacamil.

Giselle representa la inocencia de los niños. Esos niños que no conocen el significado de las vacaciones de fin de año, que tienen que trabajar desde muy pequeños para ayudar en sus casas con los gastos de comida, estudios y ropa. Esos niños que no disfrutan una salida con su padres a un parque acuático, o pasar tardes enteras viendo televisión o jugando con los vecinitos.

Por todos los “Giselle” que andan en nuestras calles, que desde tan corta edad tienen que comenzar a trabajar, pidámosle a Diosito que los guarde, que los cuide y que puedan lograr tener un futuro más bonito y más digno. Y si está en nuestras manos poderles ayudar, hagámoslo con gusto...ya que la recompensa que obtenemos no tiene precio: una sonrisa y un “gracias” que sale desde el corazón.


3/17/2007













Un diplomado en desarrollo personal

Hace unas semanas comencé a estudiar. En la clase habemos como 45 personas. El primer día todos nos presentamos diciendo el nombre, titulo o títulos obtenidos, lugar de trabajo y cargo. Hay muchos que poseen maestrías, doctorados, dos carreras, estudios en México, Estados Unidos y otros países. Casi la mitad trabaja en el FISDL, otra parte en diferentes ONG´s, CARE, CARITAS, FUNDE, etc.

“Es una buena oportunidad de conocer personas”, fue mi humilde pensamiento. Sin embargo, el primer día de clases únicamente hablé con “yo, mi otro yo, mi angelito y mi diablito”. El segundo día, decidí llevarme un librito para leer durante el receso y ese día también hablé únicamente con “yo, mi otro yo, mi angelito y mi diablito”. “Jueeela...” dije yo “y a la gente que le pasa, que no habla”.

El tercer día de clases, yo andaba con una camisa que dice Costa Rica, y mi profesor me dijo “Costa RRRica”....y yo le contesté “Purrra Vida”. Fin de la plática. Luego se hicieron grupos de trabajo para evaluar un control de lectura. Yo tenía ganas de decir que no lograba entender la “Ley de la escasez”, pero como todos tenían cara de haber entendido, pues me quedé callada. A medida que discutíamos la lectura, me di cuenta de que mis dificultades y los conceptos que me habían costado entender, les habían costado a ellos también.

La mayoría de personas se ven de unos 40 años. Sus rostros son serios y sus ojos sin ningún brillo y esquivan la mirada cuando se les trata de ver a los ojos. Solamente el grupo del FISDL hablan y comentan entre ellos las cosas de trabajo. Los demás, pues somos los “individualistas” y poco a poco avanzamos en pláticas forzadas, a más de un “Buenos días”.

Hace unos días, mis sobrinitos estaban en la casa y llegaron unos amigos de mis papás con sus dos hijitas. A los pocos minutos ya estaban jugando, corriendo, contando chistes, contando sus experiencias del colegio. Desde mi cuarto escuchaba sus risas, la familiaridad que tenían para tratarse de “vos”, el bullicio de sus vocecitas tratando de reírse y hablar al mismo tiempo. Vino a mi mente mis compañeros y compañeras de clase, de los cuales no me sé el nombre de ninguno de ellos.

La tecnología avanza a grandes pasos. Por cualquier medio podemos comunicarnos con alguien de Asia o de la India; sin embargo, nos volvemos más impersonales día con día. A veces no conocemos las historias de las personas que están a nuestro lado, ni conocemos sus gustos, cómo es su familia, cómo son sus hijos.

Algo que siempre me ha gustado es escuchar las historias de mi abuelito. Él siempre empieza a hablar diciendo “allá por el mil novecientos...” e inmediatamente me traslado a otro mundo. Y sin tener ningún titulo, ni haber viajado a otros países sus historias son maravillosas y sus pláticas entretenidas, hacen volar mi imaginación y viajo a otra época, conozco otras personas. Es todo más simple y su visión de mundo es mejor.

Estudiamos supuestamente para mejorar, para desarrollar nuestras habilidades y nuestros conocimientos; sin embargo, a medida que crecemos nos volcamos a nosotros mismos. Lo que “yo” pienso y lo que “yo” quiero. El “yo” sobre todo lo demás. Dejamos de lado los intereses y gustos de las otras personas. Nos interesamos menos por las personas que nos rodean. Podemos tener una carrera universitaria, estudiar y capacitarnos, pero nos resulta tremendamente difícil acercarnos a alguien, mirarlo a los ojos y decirle: “Hola, como te va?”

Los hombres y las mujeres complicamos todo. Las cosas más simples las convertimos en cosas difíciles. Creo que a veces necesitamos convertirnos un poco en niños y darnos la oportunidad de conocer a las personas que están a nuestro lado. Valorar la riqueza interior que cada uno tiene. Y si podemos, como decía algún correo que leí, brindar una sonrisa y un saludo, ya que no sabemos a quién le podemos alegrar el día.

3/14/2007


Al final del Arco iris


Al final del Arco iris, esperaba encontrarte
Recrearme en ti,
Pensaba que me esperabas, que me deseabas.

Al final del Arco iris, terminaban mis ilusiones
Terminaban mis fantasías,
Pensaba que me querías, que podíamos estar juntos.

Al final del Arco Iris, terminaba mi espera
Comenzaban mis sueños a hacerse realidad,
Pensaba que podía estar en tus brazos.

Al final del Arco Iris, y no pude encontrarte,
Tú no estabas,
No me esperabas, no me amabas.

Al final del Arco Iris, y no hay nada,
Sólo mis ilusiones y mis sueños sin cumplir,
Y mi tremenda soledad agobiando mi corazón.

3/08/2007

Una mujer

Son todos los sentimientos a la vez
Alegrias, enojos, emociones, ilusiones, tristezas
Es todo a la vez
Es amante, amiga, profesional, hija, madre, esposa, novia
Y es ella misma
En la soledad, en los momentos en que está con ella misma
Pensando en su vida
Pensando en las personas que pasan con ella en su dia a dia
A veces no es comprendida, es solo juzgada
Pero es mujer
Un ser completo que disfruta cada sentimiento
A veces llora, rie. Rie y llora a la vez
Pero siempre tiene esperanzas y siempre tiene ilusiones
Siempre es bella
Siempre es mujer
Siempre siente, sueña y se ilusiona
Es una mujer
Un ser con tantos sentimientos que la hacen ser un ser extraordinario
Es fuerte, es bella, es sensible e inteligente
Es una mujer
Una flor extremademente bella y maravillosa

3/02/2007


Ahí viene el torito pinto...

Mi primer día de trabajo fue bastante raro. Fue el 20 marzo de 1998. Días antes había llegado a ese lugar solicitando información turística del país, por mi trabajo de tesis.

Jorge, el tipo que me atendió, era el encargado de información turística. Comenzamos a hablar y me preguntó si yo podía hablar inglés. Con mi “wash and wear” tuvimos una breve plática y me dijo que le llevara mi “currículum”, ya que en el departamento de él había una plaza disponible. Se lo llevé el miércoles de la siguiente semana y el viernes comencé a trabajar.

A las 9 de la mañana, mi jefe, me dijo que me fuera a cambiar de ropa. Me dio siete camisas de El Salvador. Me sugirió que me pusiera un “jeans”, zapatos cómodos y una de las camisas que me había dado. Además, me dijo que me fuera al hotel Princess a esperar a Jorge, quien iba a llegar a las 12:30 m con un grupo de periodistas guatemaltecos.

A partir de ese momento creo que comencé a “re-conocer” mi bello país.

Durante la tarde, nos fuimos con los periodistas a los centros comerciales. Por ser “chapines” estaban fascinados, en especial con Metrocentro. Luego nos fuimos al Teleférico a un cóctel y a contemplar el atardecer. Fue maravilloso.

Al día siguiente nos dirigimos a la Costa del Sol. Jorge iba diciendo en el camino que el domingo habría un “mistery tour”. Yo ignoraba que era eso y tampoco me quiso decir. Durante la noche del sábado, disfrutamos de una deliciosa cena y posterior a eso me despedí de todos para irme a acostar. ¿Que qué? Me dijeron. ¿Te vas a acostar ya? Si estamos en la playa!. Eran las 11 de la noche y mi cuerpecito deseaba más descansar que irse a meter a la playa. Pero por cuestiones de que era parte de los anfitriones me fui con ellos a la playa. Estuvimos ahí hasta las tres de la mañana. Les dije que a las 8 era el desayuno y el “mistery tour” a las 10.

A las 8 en punto estábamos desayunando unos deliciosos huevitos, frijolitos, quesito, cafecito y fruta. Horas más tarde me arrepentiría de haber comido todo eso.

A las 10 nos fuimos a otro hotel, donde iniciaríamos el “mistery tour”. Los que se adelantaron más comenzaron a gritar y a preguntar si nos íbamos a subir en esos helicópteros. Eran dos helicópteros de la Fuerza Aérea, estaban a la orilla del mar. Los señores pilotos se nos acercaron y nos saludaron. Y tan pronto llegamos nos acomodamos en esos históricos helicópteros que habían soportado la guerra del país y la de Vietnam.

Para disfrutar de una mejor vista nos fuimos con las puertas abiertas. Y la emoción comenzó. Al despegar, mi pobre estomago llegó hasta mi garganta y mi cabeza comenzó a girar. El piloto hacía piruetas sobre el hotel, para poder verlo desde todos los ángulos.

Desde las alturas, resulta un poco difícil reconocer los lugares. Pero una vez ubicada, distinguí la Costa del Sol, El estero de Jaltepeque, La bahía de Jiquilisco. Volamos hasta la ciudad de San Miguel y sobrevolamos el volcán. Desde arriba se nota lo insignificante que somos comparados con las maravillas naturales creadas por Dios.
Luego volamos por el río Lempa, hasta llegar al lago de Ilopango. Fue bonito ver el cráter de ese volcán.

Llegamos a San Salvador y al llegar al centro pude apreciar nuestra hermosa catedral. Los motivos de “La fiesta de mi pueblo” creada por Fernando Llort, le dan un toque único y mágico a la iglesia. También vi el Palacio Nacional, contemplando la majestuosidad del mismo.

Al volar por la finca El espino noté lo pequeña que era. Nuestro pulmón, tan pequeñito.
Instantes después otra majestuosidad: El volcán Quezaltepeque o de San Salvador. A esa altura se pueden distinguir sus cinco cráteres y la división entre el “Picacho” y el Boquerón.

Un poco más y llegamos a San Andrés. El templo ceremonial construido entre el 600 y 900 D.C. Seguimos adelante y alcancé a ver una enorme pared llena de vegetación. No sabía lo que era. Al pasarla, apareció ante mis ojos uno de los cinco lagos más hermosos del mundo: El lago de Coatepeque.

Aterrizamos en la finca San Blas. Uno de los cámaras salió corriendo a devolver el desayuno. Yo iba por el mismo camino, pero alguien me dio un dulce y con eso mi estomago se tranquilizó.

Estuvimos descansando dos horas. Desde ese lugar veíamos el volcán de Izalco tan cerca, que te daba la impresión de que si extendías el brazo lo podías tocar.

Luego del descanso otra vez para arriba. Y una de las vistas más hermosas que mis ojos han contemplado aparecía bajo nosotros: el volcán de Izalco. Que imponencia de volcán! El segundo volcán más joven de América Latina. Le llamaban “El faro del Pacífico” cuando una constante lava salía de su cráter y ayudaba a los marinos a ubicarse desde el mar.

Luego llegamos a la playa de Los Cóbanos. El arrecife coralino más grande del Pacífico en el área de Centroamérica. Seguimos volando sobre la costa, hasta llegar al puerto de La Libertad, la arena gris de origen volcánico crea un ambiente diferente en ese lugar.
Y luego de andar cinco horas volando llegamos a tierra firme.

Era domingo. Yo había salido de mi casa el viernes a las siete de la mañana y regresaba a las cinco de la tarde del domingo.

Experiencias como esa las iba a repetir muchas veces durante tres años.

Pero entre las cosas que más recuerdo son las caras y expresiones de europeos, gringos, suramericanos, centroamericanos y mexicanos que hacían cuando conocían el país.

Recuerdo a un italiano, sentado en el hotel de montaña, contemplando el volcán de Izalco y me decía que jamás nunca había contemplado un volcán tan majestuoso como ese.
Recuerdo a una dominicana, estaba fascinada caminando sobre el cráter del Cerro Verde, el cual es muy difícil de distinguir ya que está completamente poblado de vegetación.

Recuerdo a un mexicano en Los Planes de Renderos, diciéndome que se podría quedar a vivir ahí por el resto de su vida.

Recuerdo a unos gringos que en Suchitoto se tomaron más de 20 fotografías dentro de un molino, con las mujeres que introducían los granos de maíz y los sacaban ya convertidos en maza.

Recuerdo a unos españoles en Perkin, diciendo que si no se acordaran que estaban en El Salvador bien podían decir que estaban en algunas montañas de España.

Recuerdo la cara del Presidente de Continental Airlines, cuando al entrar a San Salvador y vio el volcán de San Salvador dijo “wow” y yo asustada le pregunté que qué había visto.

Recuerdo a unos chilenos comiendo pupusas en Olocuilta. Yo les había dicho que no comieran “curtido”, pero alguien lo probó y dijo que estaba riquísimo. Por poco se lo acaban.

Recuerdo a un español tomando fotos en el centro de San Salvador. Yo le había dicho que nos quedáramos dentro de Catedral, el lente de su cámara costaba más de 10 mil dólares, pero él estaba contento de ver la vida del centro, por lo que nos cruzamos la calle hasta llegar a la Plaza Barrios, y siguió tomando fotos. Luego caminamos hasta SIMAN, donde llegaría el vehículo, al subirnos, di gracias a Dios.

Recuerdo a un alemán tomándose fotos a la par de un arbolito de café. Me dijo que en los anuncios de café de su país, en algunos salía la leyenda: “2% de café de El Salvador”.

Recuerdo a una boliviana que me dijo que si viviera aquí, iría todos los días al mar.

Recuerdo cuando vino la modelo Christy Turlington, quería conocer el lugar donde nació su mamá: Cojutepeque. Luego se fue a tomar unas fotos a Los Chorros.
Dicen que en más de una ocasión el artista Tim Allen estuvo en el país, ya que su mejor amiga es salvadoreña.

Dicen también que durante la guerra, Bono estuvo en el país y en una de sus canciones menciona “el cielo azul de El Salvador”.

El Salvador posee atractivos que a nuestros ojos parecen las cosas más comunes de la tierra: el clima, la cantidad de volcanes, la hermosura de los lagos de origen volcánico, la cercanía de las playas, donde hay lugares perfectos para practicar el surf, lo mágico de los pueblos, la historia de la guerra, que aunque muchas personas la quieran olvidar, hacen que lugares como Perkin y sus alrededores tengan un atractivo especial.

Claro, como se menciona en un libro de Roque Dalton, todas las cosas bonitas del país son las versiones idílicas que les contamos a los turistas, y las que provocaron que Gabriela Mistral nos llamara “El pulgarcito de América”. Son ideas de un país que no compartía Dalton.

Así que es necesario mencionar que tenemos a la MS, al Viejo Lin, a Noticias 4 visión, a Carlos Perla, a Sánchez Cerén, a José Alfredo y sus 18 hijos con 14 mujeres diferentes, a los que tiran la basura en la calle, a los hombres que orinan en cualquier parte, a los señores microbuseros y buseros, a los que conducen como que fueran en las carreras de F1, a los hombres que no le dan el paso a las mujeres, a los hombres que no pueden ver pasar un mujer sin decirles “mamacita rica”, a los ladrones materiales e intelectuales, a los que censuran los conciertos y las películas, a los que hablan en voz alta en el cine y en los teatros, a las tipas anoréxicas que hablan como que tuvieran hielo en la boca, a los que dicen que en nuestro país no hay nada bonito.

Casi dos millones de salvadoreños viven fuera del país. Estoy segura que casi un 90% de ellos, vive pensando en el día en que regresarán.

No conozco el porcentaje de extranjeros que viven el país. Unos lo hacen por cuestiones de trabajo. Y otros porque les gusta. Son aquellos que disfrutan y contemplan las cosas que a nosotros nos parecen comunes y normales.

Dicen que nuestro país es pequeño porque cuando comenzaron a dividirse los países que conformaban Mesoamerica, los de acá estuvieron luchando para que no lo hicieran, dejándonos únicamente un poco más de 21 mil kilómetros cuadrados, bueno, 20, 742 si contamos lo que le corresponde a Honduras.

Sea como sea, creo que el anuncio del Ministerio de Turismo es muy acertado, al decir que cuando Dios creó el cielo azul, la tierra fértil, los volcanes, los ríos, los bosques y el mar, le llamó El Salvador.



El Amargo del Pomelo de Nacho Cano

Oleo de mujer con sombrero...Silvio en El Salvador