3/03/2011


Mujeres
Por cuestiones de trabajo viajo a la Zona Norte todos los días de la semana. He estado en municipios, cantones y caseríos llenos de magia y de historia: Concepción Quezaltepeque, Villa El Rosario, Jocoaitique, Llano Grande, El Ocotal y otros tantos lugares más.
He disfrutado de comidas tradicionales que mi paladar tenía mucho tiempo de no degustar: frijoles (no de bolsa naturalmente empacados que compro en el súper), queso fresco, cuajada, leche de vaca (recién ordeñada), tortillas de maíz recién salidas del comal, horchata, chocolate, etc.
Lo que más admiro de todos esos lugares son las mujeres de las localidades. Mujeres jóvenes, mujeres adultas, mujeres ancianas, que son las que mantienen la economía y el día a día de sus casas y de sus comunidades.
Mujeres que se levantan con el amanecer, hacen sus tareas domesticas, producen, comercializan, son esposas, madres, liderezas y al final de día siguen siendo mujeres.
Mujeres jóvenes con la malicia brotando por los poros. Mujeres adultas con sus vestidos floreados y cubiertos por delantales, usando sandalias o zapatos muy cómodos. Mujeres requemadas por el sol, por el fuego de las cocinas. Mujeres Hermosas con una sonrisa en los labios, esperanza en los ojos y sin nada de maquillaje sobre el rostro.
Mujeres que hacen limpieza, cocinan, andan de aquí para allá, atendiendo el lugar, atendiendo a visitantes que como yo, llegamos a robarle un poco de su tiempo, pero que nos atienden ofreciendo un refresco, un café, un plato de frijoles, tortillas y queso. Mujeres con los pies cansados, pero con esperanzas en sus corazones.
Admiro mucho a estas mujeres. Mujeres fuertes, desconfiadas, protectoras, trabajadoras. Mujeres ex combatientes de la guerra, con cicatrices en su corazones y en sus cuerpos. Mujeres que se adaptan a las circunstancias porque no les queda de otra. Mujeres que salen adelante rompiéndose la espalda en el día a día. Mujeres muchísimo más fuertes que cualquier hombre que puedan tener a la par.
Mujeres que como dice Silvio Rodríguez: Me estremecieron mujeres que la historia anotó entre laureles. Y otras desconocidas, gigantes, que no hay libro que las aguante.

El Amargo del Pomelo de Nacho Cano

Oleo de mujer con sombrero...Silvio en El Salvador