La danza del vientre

Por un poco de salud y por un poco de curiosidad de metí a clases de danza del vientre. Fue impresionante, y un poco inexplicable, como desde el primer día, desde la primera nota de esa música oriental que escuché, sentí una energía deliciosa resurgir en mí.

Se contrae el vientre, se aprietan los muslos, se levantan los brazos haciendo diferentes movimientos con los dedos de las manos y se mueven las caderas con fuerza y con gracia. Bueno, no con tanta gracia como las expertas o como la Shakira pero algo es algo.

Yo me transporto a otros mundos, a otra época milenaria, y trato de que esa clase me sirva para conectarme con mi yo interno, a activar el plexo solar, a tratar de desbloquear esa zona que recibe todas las represiones y bloqueos de la sociedad, de los hombres y algunas veces de las mismas mujeres.

Tratar de mover las caderas, soltarlas y liberarlas resulta a veces un poco difícil. Toda esa censura y rechazo que recibimos acerca de la sexualidad y de la sensualidad nos va poniendo tiesas. Va creando bloqueos que son un golpe terrible a nuestra femineidad y va limitando nuestra expresión de sentirnos Mujer.

Estos movimientos del vientre nos van liberando de esos pensamientos, de esa memoria celular que tenemos en nuestros cuerpos y nos van conectando con nuestro equilibrio, al centro de gravedad y a la fuerza vital de nuestro organismo.

En poco tiempo he visto los resultados: he podido hacer unos abdominales en el gimnasio que anteriormente no podía repetir ni diez veces, la menstruación me viene sin ningún síntoma, ni ningún malestar y los ovarios poliquísticos han desaparecido.

Es dedicarse un poco de tiempo a nosotras mismas. A sentir esa experiencia maravillosa de ser Mujer. Es disfrutar, experimentar y liberarse. Es naturalmente ser Mujer.

Menos tu vientre, todo es oscuro. Menos tu vientre, claro y profundo... (Miguel Hernández)