4/17/2007

Irene y Walter

Hace unos días termine de leer Anima Mundi de Sussana Tamaro. Comencé a llorar durante las tres últimas páginas. Una extraña sensación me inundó. Fue una sensación de recordar todas las cosas que he hecho, las experiencias que he vivido y las cosas que he tenido la oportunidad de hacer.

El amor no es solo entre un hombre y una mujer. “El amor es atención”, le dijo Irene a Walter. Walter era un chico que huyó de su casa. Tuvo muchas ilusiones pero no pudo realizar algunas. Irene era una monja, bastante mayor. En un momento de sus vidas se encontraron y Walter había cuidado de ella hasta su muerte.

Cuando leía las últimas paginas, una sensación de vacío y de soledad me llenó. Recordé a las personas he que he conocido, y que ya no están conmigo. Aquellas que fueron importantes para mí, pero que de una u otra manera cada vida tomó su propio camino. Y solo quedan los recuerdos de pláticas, risas y planes.

Tenía esa sensación de recordar los lugares donde he estado y que posiblemente no vuelva a estar.

Tenía esa sensación de recordar las personas con las que he compartido muchas cosas, de las cuales he aprendido. Han sido mi compañía, mi ilusión o mejor que eso han sido mis amigos.
Venían a mi mente los recuerdos de historias agradables, de tardes o de noches alegres. Recuerdos de llamadas telefónicas, de escuchar una voz agradable y una risa.

Recuerdos de personas que han significado mucho para mí, pero que nunca tuve el valor de decírselo, de decirle cuánto me importaban o cuánto las quería. Tuve esa sensación de que las cosas no son para siempre y que aunque nos queramos aferrar a ellas, lo mejor es dejarlas ir. Personas que han llegado a mi vida y se han ido.

Tenía esa sensación, de recuerdos guardados, de lugares, de historias. Recuerdos de paisajes maravillosos que he contemplado. Recuerdos de estar con alguien.

Son todos esos recuerdos que te provocan esa sensación en tu corazón y que agradeces por haberlos vivido, aunque sea por una única ocasión.

1 comentario:

Juan Lucas dijo...

Ena, lo díficil y hermoso a la vez es vivir. Mi querida y dulce Ena... en tu escrito dices has tenido compañias, ilusiones, sueños... eso es lo que importa, eso es lo importante. Ahora te tocará vivir otras sensaciones, otros mundos, otro sueños... Así que, estoy seguro que esas lágrimas que han rodado por tus hermosas mejillas, servirán para abonar ese nuevo destino que te está aguardando.
Besos mil.
Juan Lucas.

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