1/29/2007

Mi abuelito

Mi abuelito es el hombre más terco y necio que he conocido. Creo que he heredado algo de eso. También tiene por costumbre levantarse todos los días a las cinco de la mañana a bañarse con agua helada, dice que es un hábito y que lo mejor es bañarse con agua helada para la buena salud, ya que el agua caliente es solo para algunas enfermedades.

Mi abuelito aparte de necio y terco es un gran machista. Quiso que me abuelita le criara un hijo que tuvo con otra señora, pero mi abuelita le dijo que si llevaba al niño a la casa se iba ella. En una ocasión, mi abuelito compró un cerdito y lo amarró en la parte de atrás de la cocina, cuando lo vio mi abuelita le preguntó que si ese era el hijo que había tenido con la otra señora.

Mi abuelito hizo hasta el segundo grado. Aprendió a leer y a escribir porque un señor del pueblo lo llevó a la escuela, ya que como dice mi abuelito su papá lo tenía “culo arriba” trabajando la tierra.

A mi abuelito le gusta leer libros de historia, almanaques, revistas, periódicos y todo lo que se pueda leer. Sabe de historia como cualquier profesor de universidad, y a pesar de que en su casa no hay energía eléctrica, está enterado de cómo va el mundo a través de un radito de pilas. Mi abuelo opina sobre el TLC y las consecuencias que traerá al país, opina sobre el Papa Benedicto, sobre el clima, economía y cualquier otro tema que le saquen platica.

Mi abuelito cree en Jesucristo y en todo el santorial. Le caen mal los evangélicos y cualquier otro tipo de religión que no sea la católica, dice que las otras religiones solo son cuentos.

Nació, creció y ha vivido toda su vida en Jutiapa, en el departamento de Cabañas, dice que solo muerto lo sacaran de ahí. Estos días que ha estado un poco mal de salud, lo hemos querido traer a vivir a San Salvador, pero dice que no, que tiene cosas que hacer en la casa y la tiene que cuidar.

Algunos de sus descendientes, aparte de heredar lo necio y lo terco, hemos heredado otras cosas, como comer con un recipiente con sal a la par, para agregar a cada bocado un poco de sal. También hemos heredado, y es lo que más me gusta, dormir con la cabeza cubierta con una toalla o una almohada, dejando únicamente un pequeño espacio para respirar.

Siempre que me ve mi abuelito me pregunta por la “bonsa” y me cuenta la misma historia, de cuando yo estaba chiquita y estaba comiendo churros y cuando me pidió yo le conteste que solo la “bonsa” me quedaba.

Mi abuelito ya enterró a su esposa y a tres de sus hijos. Tiene más de 25 nietos y más de 20 bisnietos. Cuando le conté que seguía soltera, me dijo “a la puta, vos no me vas a dar bisnietos”

Mi abuelito ha trabajado toda su vida, ha trabajado la tierra y ha sido carpintero. Es necio y terco como él solo, pero también ha tenido muy buen humor. Le gusta contar de sus buenos tiempos, de sus amigos y compadres, de cuando conoció a mi abuelita y se la robó, de cómo aprendió a leer y a escribir.

Tiene 90 años y dice que seguirá trabajando hasta el día que ya no se pueda levantar. Hasta ese día se dará por vencido.

2 comentarios:

Juan Lucas dijo...

Mi querida Ena. Al leerte, y no te halago bien lo sabes, he visto la sombra de García Márquez. Sobriedad y elegante prosa.
La historia de tu "abuelito" me ha gustado tanto, que te animo desde aquí a que sigas contando historias de ese tu país,
sin tapujos, ni mentiras.ya que al menos yo soy tan ignorante
que no conozco mas verdades de esos lugares, qe las falsas historias.de falsos escritores.

Un beso Ena.
Juan Lucas.

Juan Lucas dijo...

Mi querida Ena... ¿seguirás con más historias? Yo las espero con ansias.
Anímate Ena, sigue.
Juan Lucas.

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