2/09/2007


24 horas de vida

Un amigo me preguntó qué haría si me dijeran que únicamente me quedaran 24 horas de vida. En el momento no supe que contestarle, pero pensándolo bien haría lo siguiente:

Me daría un buen baño con aguita caliente, en una tina rodeada de velas y escuchando música rica. Le hablaría a mis amigos que viven fuera del país, para saludarles y enviarles mi cariño, un beso y un abrazo.

Le pediría a mi papá que hiciera chicharrones. Una ollada, para invitar a toda mi familia y amigos, y comer con ellos chicharrones con frijolitos fritos, arroz, cebolla curtida, limoncito, sal y tortillas tostadas. De postre pediría un waffle de nutela, con extra dosis de nutela y extra dosis de crema batida.

Cantaría a todo pulmón la canción Cielo de Benny Ibarra y bailaría con todas mis ganas el CD originalmente quemado de Madonna que tiene mi amiga Bea. Me gustaría que hubiera una orquesta de cámara y que apareciera el hombre de mi vida. Me regalara rosas y bailar con él Fly me to the moon y Somewhere beyond the sea, Somewhere, waiting for me...

Miraría una vez más los álbumes de mis fotos, y le agradecería a Dios por todos los lugares que me permitió conocer. Abrazaría a todos mis familiares y amigos y les diría lo mucho que los quiero.

Me iría a Jutiapa, y caminaría del pueblo hasta la casa de mi abuelito para escuchar el sonido del río, las hojas de los árboles moviéndose con el viento. Vería a las vacas, gallinas, patos, pollitos y a los cerditos retozando en el lodo. Me detendría un momento en el viejo Amate para recordar las historias de miedo que contaban, cuando decían que en ese lugar llegaba a bailar el diablo en la noche.

Iría a un lugar cerca de la casa de mi abuelo, en un terrenito donde me celebraban los cumpleaños cuando estaba chiquita, creo que cantaría esa canción de Mocedades “en la plaza vacía nada vendía el vendedor y aunque nadie compraba, no se apagaba nunca su voz”.

Me tomaría un cafecito con mi abuelito y comeríamos pan dulce. Le pediría que me volviera a contar la historia de cuando se robó a mi abuelita y las historias de la familia.
Esperaría ver el atardecer, escuchar el canto de los pájaros y el sonido de los grillos, y ver como el cielo se comienza a llenar de estrellas.

Me gustaría saber si en el cielo podré ver a las personas que se me adelantaron. Me gustaría ver a mi abuelita y que me abrazara y me acariciara la cabeza con sus dulces manos. Me gustaría hablar con mi tío Miguel Ángel, el hermano gemelo de mi papá, con quien nunca hablé porque murió cuando yo tenía dos años. Me gustaría ver a mi tía Lidia, mi segunda mamá, y decirle que no le hice caso con un consejo que me dio de cómo tratar a los hombres, porque soy una gran burra, pero que si le hubiera hecho caso, me hubiera ahorrado muchas tristezas. Si pudiera ver a mi primo Carlos le preguntaría que por qué fue tan tonto de agarrar esa moto y salir a toda velocidad por la calle de los naranjos para terminar destripado contra un árbol. Me gustaría ver otra vez a mi amigo Henry, de mis clases de inglés, y reírme otra vez a carcajadas con él, como lo hacíamos antes de que le tiraran un balazo en la cabeza. Me gustará agradecerles a mis padrinos el haber sido mis angelitos todo este tiempo.

Le agradecería a Dios por mi vida, porque él obra de manera que muchas veces no entendemos, pero que finalmente él sigue siendo Dios, a pesar de todo.

Me gustaría que la muerte fuera dulce y me encontrara durmiendo en la casa de mis abuelitos, mientras sueño con las personas especiales que Dios trajo a mi vida.

1 comentario:

Juan Lucas dijo...

Y yo Ena pidiré que se te conceda muchísimos año más, para así sigas disfrutando de tu agüita caliente, de esos manjares que describes, de esos paísajes... para que disfrutes de ese baile eterno en brazos de ese hombre que te amará y te llevará en volandas.
Muchísimos años más para poder seguir leyéndote y disfrutando como niño leyendo y escuchando tus historias...
Un beso Ena.
Juan Lucas.

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